Noviembre, 1997: Programas de Financiamiento para el Ahorro y Uso eficiente de la energía

Conforme a las facultades legales que le asisten y según los campos de atención que tiene encomendados, el Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (BANOBRAS) ha venido apoyando desde 1991, la realización de estudios y proyectos, así como la ejecución de obras encaminadas al ahorro y uso eficiente de energía eléctrica a través de un Programa de financiamiento, el cual, una vez cubiertas sus primeras etapas, ampliará su enfoque para servir con amplitud a los fines de la política que en esa materia han sido trazados.

Para cumplir con ese propósito, la institución revisa minuciosamente el marco en que se inserta dicha política, revalorando la importancia que en el presente tienen los fenómenos asociados con la energía, como condición y objeto del desarrollo nacional.

Papel de Banobras en el Ahorro de Energía en el Alumbrado Público
En su primera e1tapa, el banco orientó sus acciones de apoyo financiero, principalmente hacia la modernización y rehabilitación de los sistemas de alumbrado público, por ser uno de los renglones más importantes del presupuesto de egresos de los gobiernos locales, en donde llegan a representar alrededor del 40% del gasto corriente.

De esta manera, se han canalizado cerca de $200 millones en apoyo de 1 72 proyectos, en 23 entidades federativas, destacándose que su rentabilidad ha permitido la amortización de los financiamientos en plazos razonablemente cortos.

Proyectos Integrales
En coordinación con la CONAE como órgano rector gubernamental, y con el apoyo del FIDE, BANOBRAS está promoviendo proyectos con un enfoque integral, que además de la adquisición e instalación de componentes eléctricos eficientes, comprendan el suministro de refacciones; el equipamiento para una mejor administración, operación y mantenimiento del sistema; la capacitación y fortalecimiento de la instancia responsable de dicho sistema así como el diseño e implementación del mecanismo de pago para la recuperación de las inversiones, todo lo cual, en conjunto, ofrezca un proyecto sustentable a mediano y largo plazo.

Como beneficios de este tipo de proyectos, pueden constatarse los ahorros presupuestales que, además de servir como fuente de pago die los créditos concedidos por BANOBRAS o por el FIDE, representan remanentes fiscales susceptibles de aplicarse a la atención de otras necesidades de la comunidad, además de mejorarse la calidad del servicio y la imagen urbana, de ampliarse el servicio a sectores aún no atendidos y la seguridad a la población.
En forma indirecta, estas acciones representan la incorporación de tecnologías modernas, no sólo en el ahorro y uso eficiente de la energía sino también en las nuevas inversiones para aumentar la capacidad de generación, ya sea mediante fuentes convencionales o con el uso de recursos renovables alternos; asimismo, propician el Desarrollo de consultores técnicos en eficiencia energética y contribuyen a preservar el ambiente a medida en que el ahorro y uso eficiente de la energía representan los combustibles que no se queman para generarla.

Otros Sectores de Atención
Dentro de esta dinámica, debe destacarse que BANOBRAS con un nuevo enfoque está ampliando su campo de acción al apoyar técnica y financieramente, por una parte, algunos proyectos destinados a la generación de energía eléctrica empleando fuentes alternas: como la eólica, la fotovoltaica y el biogás, así como la promoción de proyectos relacionados con sistemas municipales de bombeo de agua, o con ahorro de energía en viviendas e inmuebles públicos, considerando en un futuro cercano, incursionar en la generación de energía eléctrica para prestar servicios públicos bajo el esquema de autoabastecimiento o de otras posibilidades que brinda la Ley de Servicio Público de Energía Eléctrica, vigente.

Puede decirse que el ahorro y uso eficiente de la energía es un fenómeno cultural, porque es parte de hábitos y costumbres colectivos y determina la producción y disfrute de los satisfactores sociales.

Un fenómeno de tal naturaleza es producto, entonces, del proceso de desarrollo socioeconómico nacional, con todas sus complejidades, dinámica y limitaciones.

En nuestro país se ha roto ya la inercia e iniciado la transformación que puede conducir hacia una cultura de racionalidad energética.

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